Summary:
¿Qué hace que los toros se comporten de diferente manera ante los mismos estímulos? ¿Por qué
algunos toros huyen de la pelea mientras otros luchan hasta el final? Estas son las eternas
preguntas que llevan haciéndose ganaderos, toreros y aficionados desde que surgió la Fiesta de
Toros.
En los siglos XVIII y XIX en las ganaderías se seleccionaban los animales más poderosos para la
labranza, mientras que los más agresivos eran los destinados a la lidia. Tradicionalmente se ha
relacionado en otras especies animales el comportamiento agresivo con niveles anormales de un
neurotransmisor como la serotonina, así como con una hormona relacionada con conductas agresivas,
la testosterona.
¿Puede ser que los ganaderos del siglo XVIII y XIX estuvieran seleccionando sin saberlo,
aquellos animales con unos niveles de serotonina y testosterona tales que les hicieran comportarse
de manera más agresiva? Y ¿puede ser que los ganaderos actuales estén seleccionando, sin saberlo,
aquellos animales con unos niveles de serotonina y testosterona determinados que les hacen
comportase de una manera menos agresiva? Lo que parece seguro es que debe haber algo "químico"
dentro del toro de lidia que le hace comportarse de una determinada manera durante su lidia.
El objetivo de nuestro trabajo es estudiar parámetros fisiológicos que estén relacionados con el
comportamiento del toro durante la lidia; concretamente la serotonina y testosterona. Además,
quisimos estudiar la evolución de estos parámetros a lo largo de la vida del toro.
Para el estudio se han utilizado 107 animales de la raza de lidia, Bos taurus L., y encontramos
que la serotonina no varía con la edad, presentando medidas similares en becerros y toros, sin
embargo, la testosterona sí varía con la edad. Ambas están relacionadas con la agresividad, si bien
la serotonina es más determinante en la conducta agresiva del toro durante su lidia. El
conocimiento de los niveles de ambas sustancias en una edad temprana podría ser de utilidad en en
la selección del ganado y nos ayudaría en la estimación del comportamiento de dicho animal en el
momento de su lidia. Esto sería una herramienta complementaria que la ciencia aportara en la
selección del toro de lidia en el siglo XXI, sin perder nunca el carácter tradicional de la cría y
selección, y que supondría un avance, de forma que se evitara el estancamiento actual de la
Fiesta.
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