Luis del Campo considera lo siguiente: “Puede afirmarse que los toriles se
desarmaban o incluso resultaban difíciles en su conservación de una corrida para otra aunque se
celebraban muy próximas, demostrable por libranzas del año 1601: “treinta y cuatro ducados, con
veintiocho tarjas y media, que he pagado a Juan de Almándoz, nuncio, por tantos dio cuenta haber
gastado en los reparos que se hicieron por orden del Regimiento en el corral donde se recogen los
toros para correrlos”. Estos imprescindibles chiqueros costaron en diversas ocasiones más que la
valla, por lo que los regidores buscaron fórmulas para construirlos fijos y permanentes”
Ahora verán ustedes
Al caballero alguacil,
Que le pide al presidente
La orden de abrir el toril.
“UÑA Y CARNE”, El Toro Negro (1875)
“¿Qué prosista jamás tan elevado
(sacando las toriles relaciones)
Quiso luzbelizar tan desbocado? (Lope de Vega: Epístola a don Lorenzo Vander Hamen. La
Circe).
“Para encerrar el ganado vacuno, taurile. Toril. El corral donde encierran los
toros para correrlos” (Covarrubias)
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua lo define como "el sitio
o paraje en que encierran y enjaulan los toros, para correrlos en alguna fiesta”.
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