Díaz-Cañabete ensalza la labor de estos hombres: “No creo que ningún magnate
del mundo, por muy poderoso que sea, pueda tener nunca a su lado un servidor de las condiciones
excepcionales y valiosas de un mozo de espadas. Hablo, claro está, de los verdaderos mozos de
espadas, porque ya sé que en el planeta de los toros abundan los pícaros que a todos los menesteres
taurinos llevan su picardía, Un autentico mozo de espadas es el hombre de confianza del matador y
algo más: sus pies y sus manos. Un torero puede prescindir de mucha gente que le rodea en la plaza
y fuera de la plaza, pero jamás de un mozo de espadas”.
“El mozo de espadas está convertido hay en el más sabio y experto
administrador del torero…”, JOSÉ CALERO,
Torerías (1936)
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