Álvaro Domecq, en su obra El Toro Bravo, indica lo siguiente: “ Los hierros
son veinte. Dos de la casa y los diez primeros comprendido el cero, repetidos – excepto el 6 y el 9
– para no perder tiempo. Los hierros son tan viejos, tan ancestrales como la ganadería, pero la
utilización de los números significaba la selección obligada. El Duque de Veragua no numeraba los
becerros, aunque los conociera uno por uno... Hoy aquello pasó a la historia”
Como el toro he nacido para el luto
y el dolor, como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto.
MIGUEL HERNANDEZ, Sonetos (de El rayo que no cesa)
“Tercero; el hierro parecía una “A”; castaño, retinto, bragao, mal trapío,
manso y huido”, ANONÍMO, El enano (1876)
|